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: Un prisma recto-rectangular...
: Un espacio circular, concéntrico...
: Un largo pasillo lleno de personas...
: Muchas personas, o tal vez ninguna...
Cuando Wolfgang Luh me invitó a participar de su proyecto
el espacio virtual, mi primera reacción - a fin de comprender
la propuesta - fue tratar de dimensionar, cuantificar ese
espacio; tal vez por mi de-formación arquitectónica
y por esa obsesión natural por ordenar el complejo
espacial.
En realidad, la cuestión dimensional tiene que ver
con la percepción individual y/o grupal que hacemos
de los espacios. Es aquí donde reside lo provocativo
y estimulante de la propuesta de Luh. No hay un espacio limitado:
nosotros, cada uno, hacemos ese espacio con nuestra participación,
activa o pasiva, en el hecho físico-artísitico.
En Buenos Aires todos formamos parte de este nuevo ritual:
invitados y espectadores somos parte de la creación.
Una gran construcción espiritual, vacía-llena,
horizontal-vertical... consistencia monumental en la que el
hombre se obliga a participar.
Esta idea de monumentalidad también va mas allá
de una cuestión de escala, de tamaño: tiene
que ver con la exposición de la actividad estética
del hombre despojado de su propia intimidad.
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